jueves, 26 de abril de 2018

El apego efectivo

El apego es adicción



Depender de la persona que se ama es una manera de enterrarse en vida, un acto de automutilación psicológica donde el amor propio, el autorespeto y la esencia de uno mismo son ofrendados y regalados irracionalmente. Cuando el apego está presente, entregarse, más que un acto de cariño desinteresado y generoso, es una forma de capitulación, una rendición guiada por el miedo con el fin de preservar lo bueno que ofrece la relación. Bajo el disfraz del amor romántico, la persona apegada comienza a sufrir una despersonalización lenta e implacable hasta convertirse en un anexo de la persona “amada”, un simple apéndice. Cuando la dependencia es mutua, el enredo es funesto y tragicómico: si uno estornuda, el otro se suena la nariz. O, en una descripción igualmente malsana si uno tiene frío, el otro se pone el abrigo.



“Mi existencia no tiene sentido sin ella”, “Vivo por y para él”, “Ella lo es todo para mí”, “El es lo más importante de mi vida”, “No se qué haría sin ella”, “Si él me faltara, me mataría”, “Te idolatro”, “Te necesito”, en fin, la lista de este tipo de expresiones y “declaraciones de amor” es interminable y bastante conocida. En más de una ocasión las hemos recitado, cantado bajo una ventana, escrito o, simplemente, han brotado sin puedo alguno de un corazón palpitante y deseoso de comunicar afecto. 


Pensamos que estas afirmaciones son muestras del más puro e incondicional de los sentimientos. De manera contradictoria, la tradición ha pretendido inculcarnos un paradigma distorsionado y pesimista: el auténtico amor, irremediablemente, debe estar infectado de adicción. Un absoluto disparate. No importa cómo se quiera plantear, la obediencia debida, la adherencia y la subordinación que caracterizan al estilo dependiente, no son lo más recomendable.


La epidemiología del apego es abrumante. Según los expertos, la mitad de la consulta psicológica se debe a problemas ocasionados o relacionados con dependencia patológica interpersonal. En muchos casos, pese a lo nocivo de la relación, las personas son incapaces de ponerle fin. En otros, la dificultad reside en una incompetencia total para resolver el abandono o la pérdida afectiva. Es decir: o no se resignan a la ruptura o permanecen, inexplicable y obstinadamente, en una relación que no tiene ni pies ni cabeza.



Una de mis clientes hacía la siguiente descripción de su “relación amorosa”: “Llevo doce años de novia, pero estoy comenzando a cansarme… El problema no es el tiempo, sino el trato que recibo… No, él no me pega, pero me trata muy mal… Me dice que soy fea, que le produzco asco, sobre todo mis dientes, que mi aliento le huele a… (llanto)… Lo siento, me da pena decirlo… que mi aliento le huele a podrido… Cuando estamos en algún lugar público, me hace caminar adelante para que no lo vean conmigo, porque le da vergüenza… Cuando le llevo un detalle, si no le gusta me grita “tonta” o “retardada”, lo rompe o lo tira a la basura muerto de furia… Yo siempre soy la que paga. 



El otro día le llevé un pedazo de torta y como le pareció pequeño, lo tiró al piso y lo aplastó con el pie… Yo me puse a llorar… Me insultó y me dijo que me fuera de su casa, que si no era capaz de comprar una mísera torta, no era capaz de nada… Pero lo peor es cuando estamos en la cama… A él le fastidia que lo acaricie o lo abrace… Ni qué hablar de los besos… Después de satisfacerse sexualmente, se levanta de inmediato y se va a bañar… (llanto) … Me dice que no vaya a ser que lo contagie de alguna enfermedad… Que lo peor que le puede pasar es llevarse pegado algún pedazo de mí… Me prohíbe salir y tener amigas, pero él tiene muchas… Si yo le hago algún reclamo de por qué sale con mujeres, me dice que terminemos, que no se va aguantar una novia insoportable como yo…”
¿Qué puede llevar a una persona a resistir este tipo de agravios y someterse de esta manera? Cuando le pregunté por qué no le dejaba, me contestó entre apenada y esperanzada: “Es que lo amo… Pero sé que usted me va ayudar a desenamorarme… ¿no es cierto?...” Ella buscaba el camino facilista: el alivio, pero no la cura. Las reestructuraciones afectivas y las revoluciones interiores, cuando son reales, son dolorosas. No hay ninguna pócima para acabar con el apego. Le contesté que no creía que una persona debía esperar a desenamorarse para terminar una relación, y que dudaba de que se pudiera producir desamor a fuerza de voluntad y razón (de ser así, el proceso inverso también debería ser posible, y tal como lo muestran los hechos, uno no se enamora del que quiere, sino del que puede). Para ser más exacto, le dije que su caso necesitaba un enfoque similar a los utilizados en problemas de farmacodependencia, donde el adicto debe dejar la droga pese a la apetencia: “Lo que la terapia intenta promover en las personas adictas es:

Básicamente autocontrol, para que aun necesitando la droga sean capaces de pelear contra la urgencia y las ganas. En el balance costo-beneficio, aprenden a sacrificar el placer inmediato por la gratificación a mediano o largo plazo. Lo mismo ocurre con otro tipo de adicciones, como, por ejemplo la comida o el sexo. Usted no puede esperar a desenamorarse para dejarlo. Primero debe aprender a superar los miedo que se esconden detrás del apego, mejorar la autoeficacia, levantar la autoestima y el autorespeto, desarrollar estrategias de resolución de problemas y un mayor autocontrol, y todo esto deberá hacerlo sin dejar de sentir lo que siente por él. Por eso es tan difícil. Le repito, el drogadicto debe dejar el consumo, pese a que su organismo no quiera hacerlo. Debe pelear contra el impulso porque sabe que no le conviene. Pero mientras lucha y persiste, la apetencia está ahí, quieta y punzante, flotando en su ser dispuesta a atacar. El desamor no se puede lograr por ahora, eso llegará después. Además, cuando comience a independizarse, descubrirá que lo que usted sentía por él no era amor, sino una forma de adicción psicológica. No hay otro camino, deberá liberarse de él sintiendo que lo quiere, pero que no le conviene. Una buena relación necesita mucho más que afecto en estado puro”.
“El sentimiento de amor” es la variable más importante de la ecuación interpersonal amorosa, pero no es la única. Una buena relación de pareja también debe fundamentarse en el respeto, la comunicación sincera, el humor, la sensibilidad, y cien adminículos más de supervivencia afectiva.
Mi paciente era una adicta a la relación, o si se quiere, una adicta afectiva. Mostraba la misma sintomatología de un trastorno por consumo de sustancias donde, en este caso, la dependencia no estaba relacionada con la droga sino con la seguridad de tener a alguien, así fuera una compañía espantosa. 


El diagnóstico de adicción se fundamentaba en los siguientes puntos: (a) pese al mal trato, la dependencia había aumentado con los meses y los años; (b) la ausencia de su novio, o no poder tener contacto con él, producía un completo síndrome de abstinencia que, para colmo, no era solucionable con ninguna otra droga; (c) existía en ella un deseo persistente de dejarlo, pero sus intentos eran infructuosos y poco contundentes; (d) invertía una gran cantidad de tiempo y esfuerzo para poder estar con él, a cualquier precio y por encima de todo; (e) había una clara reducción y alteración de su normal desarrollo social, laboral y recreativo, debido a la relación; y (f) seguía alimentando el vínculo a pesar de tener conciencia de las graves repercusiones psicológicas para su salud. Un caso de “amordependencia”, sin demasiado amor.


Vale la pena aclarar que, cuando hablo de apego afectivo, me estoy refiriendo a la dependencia psicológica de la pareja. Los vínculos de amistad y de afinidad consanguínea constituyen una categoría cualitativamente distinta, y exceden el propósito del presente texto. Sin embargo, es importante hacer una acotación. 


Cuando se estudia el apego en la relación padres-hijos, el análisis debe enmarcarse en cuestiones más biológicas. El apego aquí parecería cumplir una importante función adaptativa. Sin desconocer los posibles riesgos del amor maternal o paternal asfixiante, es evidente que una cantidad moderada de apego ayuda bastante a que progenitores no tiremos la toalla y a que los hijos logren soportarnos. 


Cuando el apego (attachment biológico) está decretado por leyes naturales, no hay que descartarlo, la cuestión es de supervivencia. Pero si el apego es mental (dependencia psicológica), hay que salir de él cuanto antes.
 

De aquí en adelante hablaré indistintamente de apego afectivo, apego a la pareja y apego afectivo a la pareja.

El deseo no es apego

La apetencia por sí sola no alcanza para configurar la enfermedad del apego. El gusto por la droga no es lo único que define al adicto, sino su incompetencia para dejarla o tenerla bajo control. Abdicar, resignarse y desistir son palabras que el apegado desconoce. Querer algo con todas las fuerzas no es malo, convertirlo en imprescindible, sí. La persona apegada nunca está preparada para la pérdida, porque no concibe la vida sin su fuente de seguridad y/o placer. Lo que define el apego no es tanto el deseo como la incapacidad de renunciar a él. Si hay un síndrome de abstinencia, hay apego.


De manera más específica, podría decirse que detrás de todo apego hay miedo, y más atrás, algún tipo de incapacidad. Por ejemplo, si soy incapaz de hacerme cargo de mí mismo, tendré temor a quedarme solo, y me apegaré a las fuentes de seguridad disponibles representadas en distintas personas. El apego es la muletilla preferida del miedo, un calmante con peligrosas contraindicaciones.



El hecho de que desees a tu pareja, que la degustes de arriba abajo, que no veas la hora de enredarte en sus brazos, que te deleites con su presencia, su sonrisa o su más tierna estupidez, no significa que sufras de apego. El placer (o si quieres, la suerte) de amar y ser amado es para disfrutarlo, sentirlo y saborearlo. Si tu pareja está disponible, aprovéchala hasta el cansancio; eso es apego sino intercambio de reforzadores. Pero si el bienestar recibido se vuelve indispensable, la urgencia por verla no te deja en paz y tu mente se desgasta pensando en ella; bienvenido al mundo de los adictos afectivos.



Recuerda: el deseo mueve al mundo y la dependencia lo frena. La idea no es reprimir las ganas naturales que surgen del amor, sino fortalecer la capacidad de soltarse cuando haya que hacerlo. Un buen sibarita jamás crea adicción.





El desapego no es indiferencia


 
Amor y apego no siempre deben ir de la mano. Los hemos entremezclado hasta tal punto, que ya confundimos el uno con el otro. Recuerdo un aviso que colocamos a la entrada de un centro de atención psicológica, con la siguiente frase de Krishnamurti: “El apego corrompe”. Para nuestra sorpresa, la consigna, en vez de generar una actitud constructiva y positiva hacia el amor, ofendió a más de un asistente adulto. “No entiendo cómo ustedes están promocionando el desapego”, comentaba una mujer con hijos adolescentes y algo decepcionada de su psicólogo. En cambio, los más jóvenes se limitaban a reafirmarla: “Claro. Eso es así. No cabe duda. ¡Hay que desapegarse para no sufrir!”



Equivocadamente, entendemos el desapego como dureza de corazón, indiferencia o insensibilidad, y eso no es así. El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse, cuyas premisas son: independencia, no posesividad y no adicción. La persona no apegada (emancipada) es capaz de controlar sus temores al abandono, no considera que deba destruir la propia identidad en nombre del amor, pero tampoco promociona el egoísmo y la deshonestidad. Desapegarse no es salir corriendo a buscar un sustituto afectivo, volverse un ser carente de toda ética o instigar la promiscuidad. La palabra libertad no asusta y por eso la censuramos.



Declararse afectivamente libre es promover afecto sin opresión, es distanciarse en lo perjudicial y hacer contacto en la ternura. El individuo que decide romper con la adicción a su pareja entiende que desligarse psicológicamente no es fomentar la frialdad afectiva, porque la relación interpersonal nos hace humanos (los sujetos “apegados al desapego” no son libres, sino esquizoides). No podemos vivir sin afecto, nadie puede hacerlo pero sí podemos amar sin esclavizarnos. Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta ahorcarse con él. El desapego no es más que una elección que dice a gritos: el amor es ausencia de miedo.


 
Un adolescente que había decidido “desprenderse amando”, le envío una carta a su novia contándole la noticia, la cual ella devolvió en una pequeña bolsa de basura vuelta añicos. Cito a continuación un trozo de la misma: “… Si estás a mi lado, me encanta, lo disfruto, me alegra, me exalta el espíritu; pero si no estás, aunque lo resienta y me hagas falta, puedo seguir adelante. Igual puedo disfrutar de una mañana de sol, mi plato preferido sigue siendo apetecible (aunque como menos), no dejo de estudiar, mi vocación sigue en pie y mis amigos me siguen atrayendo. 


Es verdad que algo me falta, que hay algo de intranquilidad en mí, que te extraño, pero sigo, sigo y sigo. Me entristece, pero no me deprimo. Puedo continuar haciéndose cargo de mí mismo, pese a tu ausencia. Te amo, sabes que no te miento, pero esto no implica que no sea capaz de sobrevivir sin ti. He aprendido que el desapego es independencia y ésa es mi propuesta… No más actitudes posesivas y dominantes… Sin faltar a nuestros principios, amémonos en libertad y sin miedo a ser lo que somos…”


¿Por qué nos ofendemos si el otro no se angustia con nuestra ausencia? ¿Por qué nos desconcierta tanto que nuestra pareja no sienta celos? ¿Realmente estamos preparados para una relación no dependiente? ¿Alguna vez lo has intentado? ¿Estás dispuesto a correr el riesgo de no dominar, no poseer y aprender a perder? ¿Alguna vez te has propuesto seriamente enfrentar tus miedos y emprender la aventura de amar sin apegos, no como algo teórico sino de hecho? 

Si es así, habrás descubierto que no existe ninguna contradicción evidente entre ser dueño o dueña de tu propia vida y amar a la persona que está a tu lado ¿verdad? No hay incompatibilidad entre amar y amarse a uno mismo. Por el contrario, cuando ambas formas de afecto se disocian y desequilibran, aparece la enfermedad mental.

lunes, 23 de abril de 2018

Como funciona la mente, con respecto al tiempo.


LAS LEYES SAGRADAS Y EL TIEMPO-ARO

¿Experimentamos el tiempo directamente? Tenemos muchos conceptos e
imágenes del tiempo, pero éstos no son el tiempo en sÍ. Déjame referirme a tus
experiencias habituales, ahora mismo. ¿Experimentas el tiempo? Si te tomas un
momento y miras muy adentro verás que la respuesta es «no». Puede que no estés
de acuerdo. Vale, está bien. Pues cuéntame tu experiencia ... o yo puedo contarte
la mía.

Mientras estoy aquí sentado tecleando estas palabras puedo recorrer con
la mirada la habitación, y creo que puedo experimentar un sentido del espacio.
Moviendo los ojos hacia arriba, a la derecha y a la izquierda, puedo experimentar
las paredes de la habitación y el techo. decir, veo estas cosas y creo que esrán
ahí. Puedo experimentar la masa de los objetos que toco. Puedo sentir la fuerza
del asiento contra mi traseto y la fuerza del suelo sobre los pies. 



También puedo sentir la fuerza del respaldo de la silla presionándome la espalda. 



De este modo creo que estoy experimentando la masa y ubicando mi cuerpo en el espacio.

Pero, ¿y el tiempo? Lo único que puedo experimentar realmente es el
instante en el que se produce cada acontecimiento del que soy consciente. 



En ese instante, puedo experimentar también el sentido de la memoria y el sentido
de la anticipación: la sensación de que he hecho esto con anterioridad y de que
volveré a hacerlo. Pero en nada de todo ello encuentro el tiempo. Sin duda, puedo
deducir el tiempo mirando un reloj o incluso mirándome la pierna mientras
taconeo en el suelo con un patrón rítmico. 



De hecho, para mí la música es una de las formas de inferir el tiempo: a través 
de mi sentido y apreciación del ritmo.

Pero ¿el tiempo por sí mismo? Simplemente, no es perceptible: no puedo sentirlo
ni verlo.

Si no puedo percibir el tiempo con los sentidos, entonces ¿por qué creo
que se mueve hacia delante?

Vayámonos un momento a visitar de nuevo el concepto aborigen del
tiempo. El tiempo aborigen se presenta con el aspecto de un ritmo o ciclo;
yo pienso en él como un aro sagrado que, para la mente occidental, puede
representarse rodando por tocando- el tiempo lineal a cada instante. 



De ahí que la dirección del tiempo se vuelva inmaterial; simplemente, no importa lo
que sea pasado, presente y futuro. Lo importante es la presencia del aro tocando
la vida, indicada por la línea del tiempo que toca a cada momento.

Mircea Eliade, escribe acerca del modo que tienen los aborígenes de ver el
nacimiento del mundo y de la humanidad en el Tiempo de Ensueño. El paisaje
físico se transformó y los humanos se convirtieron en lo que son actualmente
como resultado de una serie de actos perpetrados por seres sobrenaturales. 



Sin embargo, hoy en día no hay ningún lugar de Australia en el que estos personajes
del tiempo de ensueño nos impresionen con su esplendor. Más bien, la mayoría
de los mitos de la creación del centro de Australia hablan solamente de sus largas
y monótonas correrías. 



Cuando estos seres sobrenaturales, nacidos de la tierra, hubieron cumplido con sus
tareas y terminado sus andanzas cayó sobre ellos un aplastante cansancio. 



El trabajo que habían llevado a cabo había puesto a prueba al máximo su fuerza, 
y volvieron a sumirse en su estado somnoliento original.

Sus cuerpos o bien desaparecieton dentro del suelo -a menudo en el sitio en el
que habían aparecido por primera vez- o bien se convirtieron en tocas, árboles
u objetos sagrados.

El Tiempo de Ensueño llegó aparentemente a su fin cuando estos seres sobrenaturales 
se convirtieton en la tierra. 



Pero el mítico pasado no se perdió para siempre; al contrario, sigue 
recuperándose periódicamente a través de los rituales tribales. 



De este modo el aro rodante del tiempo sagrado entra en la conciencia.

En la actualidad los iniciados aprenden a revivir el Tiempo de Ensueño mediante
ceremonias. 



Al final el iniciado queda completamente inmerso en la historia sagrada de la 
tribu, absorbiendo el origen y significado de todo, desde las rocas,
plantas y animales hasta las costumbres, símbolos y normas. 



A medida que el iniciado va asimilando lo que se preserva en los mitos y rituales, 
el mundo, la vida y la existencia humana adquieren significado y se vuelven 
sagrados, puesto que él o ella comprende que todo ha sido creado o perfeccionado 
por seres sobrenaturales.

En un momento determinado de su vida los iniciados descubren que antes
de su nacimiento eran espíritus y que después de su muerte han de reintegrarse en
esa condición espiritual prenatal. 



Aprenden que el ciclo humano forma parte de un ciclo cósmico mayor, que la creación 
fue un acto «espiritual» que tuvo lugar en  el Tiempo de Ensueño y que 
aunque ahora el cosmos sea «real» o «material» debe, no obstante, 
renovarse periódicamente, a través del ritual, mediante la reiteración de los actos 
creadores que se produjeron al principio. 



Esta renovación del mundo es un acto espiritual, que refuerza la comunicación 
con los eternos del Tiempo de Ensueño. 

En el contexto del ritual surge una sensación de que el tiempo del Tiempo de Ensueño 
no ha de estar necesariamente en el pasado, y que los acontecimientos del 
Tiempo de Ensueño tampoco han de encajar necesariamente dentro del esquema 
del tiempo que transcurre. 



Lo que ocurre es que el Tiempo de Ensueño y el tiempo normal encajan 
como dos imágenes temporales opuestas pero interrelacionadas.

Si hubiésemos de describir el tiempo en que el Tiempo de Ensueño se hallaba en 
pleno florecimiento pensaríamos en éste en el pasado: el proverbial ,hace mucho 
tiempo».

Ahora considera el Tiempo de Ensueño como un aro sagrado de tiempo.

Si pensamos que va rodando a lo largo del tiempo lineal vemos que el Tiempo de
Ensueño está siempre presente: fue en el pasado, es en el presente será en el 
futuro. Así es la naturaleza del tiempo mítico. Todos los acontecimientos del 
«pasado» se hallan igualmente presentes. 



Que no han de tomarse como acontecimientos del tiempo cronológico significa 
que no han de ponerse en una línea de tiempo, como podríamos 
hacer con los acontecimientos de nuestra vida.

Esto no significa que no sean reales o no ocurriesen, o -si se prefiere- que no
estén ocurriendo ahora.

En este sentido, el tiempo sagrado da vida al tiempo lineal. Proporciona
la chispa que procede del aro que toca la línea. Puesto que nuestros recuerdos
tienen mucho que ver con estas chispas, la dirección del aro rodante da una
dirección una experiencia temporal

viernes, 20 de abril de 2018

Respiración consciente.




El primer contacto con nuestro mundo espiritual, se realiza con la respiración consciente, se establece el foco, en nuestra interacción con las partículas que nos rodean, mediante inhalaciones y exhalaciones , vemos la importancia de la vida, la necesidad de la respiración y nos empezamos a dar cuenta sobre la realidad de nuestra presencia, en este momento y  lugar.


La meditación está basada en la limitación de percepciones externas, hacen de la respiración la única interacción con lo que nos rodea, se limita la entrada de información a través de los sentidos, y empezamos a sentirnos vivos,  en el lugar en el que estamos y somos personas únicas.

El estrés, la vida rápida y la no consciencia, hace que no prestemos atención a nuestra respiración, a lo  cual, cada vez, las respiraciones son más rápidas y cortas, la capacidad pulmonar menor, tomando menos oxigeno,  nuestro cerebro y nuestras células son receptoras de menor cantidad de oxigeno y empezamos a tener una regeneración más lenta y una eliminación más rápida.

El prestar atención a nuestra respiración e interactuar con ella es importante.




Ejercicio de Respiración para Calmar la Ansiedad. (pequeño ejercicio para estar más tranquilos)

Otro ejercicio de respiración que puede ayudarlo si está experimentando ansiedad o ataques de pánico, o bien si se siente muy estresado y su mente no puede estar tranquila, es el siguiente.
Esta secuencia le ayuda a retener y acumular suavemente el CO2, lo que produce una respiración más calmada y menos ansiedad. En otras palabras, la urgencia por respirar reducirá a medida que entra en un estado más relajado.
  • Respire suavemente por la nariz, exhale suavemente, tápese la nariz durante cinco segundos con el fin de contener la respiración y después suelte para poder respirar.
  • Respire normalmente durante 10 segundos.
  • Repita la secuencia muchas veces más, pequeños respiros por la nariz, pequeñas exhalaciones y contenga la respiración durante cinco segundos, después comience a respirar normalmente durante 10 segundos.


lunes, 16 de abril de 2018

¿Quien eres tú y que estas buscando?



El primer principio para ser co-creadores es conocernos a nosotros mismos, con nuestras virtudes y defectos. Voy a analizar todo junto a ti.

¿Qué es para ti una virtud? Seguramente creas o creías que es una parte de aquello que crees ser o te beneficia propiamente dicho a ti o a la humanidad en su conjunto, pero ¿te es necesario ser virtuoso? ¿es obligatorio para ti demostrar o creer que aquello crees en su virtud?

Párate a pensar un momento. Aquello en lo que eres virtuoso o te crees en esa virtud lo has trabajado y te sientes orgulloso, la vida son segundos, minutos u horas de aquello que eres partícipe sabiéndolo, y ¿que es de lo que estoy hablando?
Solo aquel que sea dueño de su tiempo, será dueño de su vida y por prolongación de lo que cree ser su destino.


¿Que es un defecto? Aquello que aun sabiendo que existe, decides no cambiarlo. Entonces, si somos los dueños de nuestras virtudes y defectos ¿por qué seguimos creyendo en la palabra SUERTE?

Estimados amigos, la palabra suerte o destino no es tan inaccesible, simplemente son palabras. Las palabras se quedan cortas en la vibración; todo vibra, todo esta vivo, todo es parte de ti.


He decidido hacer este blog porque quiero ser participe de un gran cambio en tu vida, de demostrarte que la vida y el mundo es maravilloso.

Quiero que por ti mismo, sin necesidad de ir a curso tras curso y creer que este conocimiento esta limitado a pagar a gurús y personas que se sienten en la verdad absoluta. 
Quiero que cuando llegues aquí, vayas cambiando tu vida a tu voluntad, tienes la llave que abre el conocimiento para que lo hagas, de ti depende comprobarlo.



Te enseñaré lo que yo sé y he descubierto. Cuestiona todo, para hacerlo tu verdad, pero sobre todo, inténtalo, no pierdes nada y ahora que te has encontrado este articulo, ¿deseas investigar?




Elevando la consciencia (Prólogo)

     A lo largo de mi vida he sido una investigadora de fenómenos, causas, o lo que fuera o fuese no comprensible por las matemáticas o ...