domingo, 4 de noviembre de 2018
¿Vives solo para agradar a los demás? Aprende a decir NO
Si pasas todo el día pensando en agradar y satisfacer a los demás, debes saber que te estás olvidando de algo: la primera persona a la que le debes atención a ti misma.
Si no lo haces, más tarde o más temprano lo pagarás caro.
Errores
Complacer permanentemente a los demás es una carga muy pesada: una sola persona puede tener varias exigencias y si se trata de más de una, debes sumarlas todas y hacer verdaderos juegos de equilibrio.
Al atender únicamente a los deseos de los demás, terminas siendo como un robot al servicio de los demás.
¿Por qué lo hacemos?
Normalmente pensamos que los demás son más inteligentes o más capaces que nosotros y que por ello, lo que digan debe estar bien.
En otras ocasiones, tenemos temor de no caerles bien, de herirlos o de enojarlos.
Finalmente, puede ser que tengamos un miedo muy grande a equivocarnos
En todos los casos, lo que prima es una desvalorización de lo que somos y lo que valemos.
¿Por qué los demás sabrían más de todo? ¿Por qué no pensar que somos capaces de tomar decisiones y hacer las cosas?
Y si te equivocas… ¿cuál es el problema? Somos humanos, todos nos equivocamos, pero lo importante es aprender de nuestros errores para la próxima oportunidad.
Además, si te equivocas haciendo lo que tú pensabas, es lógico que debas asumir el fallo, pero ¿qué ocurre si lo haces haciendo lo que otro te dijo que hagas? El error será igualmente tuyo, porque tú lo hiciste.
Por ello, siempre lo mejor es actuar de acuerdo a tu actuar y sentir. De esa forma, te harás cargo de lo que dices y haces, aprenderás y te perfeccionarás para la próxima vez que estés en una situación similar.
Eso sí: si las cosas salen bien y estabas haciendo lo que otro te dijo, el mérito lo tomará él.
Lo imposible
Definitivamente debes aprender algo sobre agradecer y satisfacer a los demás.
Algo que puede hacerte cambiar tu forma de encarar la relación con los otros.
Es algo muy simple y quizás ya lo sepas y es que resulta imposible agradar y satisfacer a los demás todo el tiempo, porque siempre faltará algo o una cosa no estará tan bien como debería estarlo.
Cuando una relación, sea familiar, afectiva o laboral, se basa en que una de las partes se limita a agradar y satisfacer los deseos de la otra, es algo poco saludable. En algún momento, se interrumpirá el flujo de satisfacción y aparecerán los problemas.
¿Y qué ocurre si, por algún motivo, no se puede satisfacer a la persona acostumbrada a recibir? Pues esta se ofenderá, se enojará o se sentirá defraudada.
Daño
Para la persona que siempre está acostumbrada a dar, la situación es difícil: sus propios deseos en general son ignorados y cuando no pueden satisfacer a los otros, se le echará en cara.
Además, se expone siempre a un gran desgaste emocional.
Se puede decir, en pocas palabras, que complacer a los demás puede hacernos mucho daño. Es algo que nos han inculcado desde pequeños, pero pocas veces nos han hablado de los límites que esto debe tener.
Cuando estamos “al servicio” de los demás, muchas veces callamos nuestros verdaderos deseos, hacemos lo que ellos quieren y vamos “tragando” pequeñas o grandes frustraciones, cosas que vamos dejando pasar. Mostramos a los demás una versión diferente de nosotros mismos, para amoldarnos a lo que ellos necesitan o desean.
En algún momento, estas frustraciones, postergaciones y decepciones son tantas que pueden llevar a un estallido emocional y a un punto de quiebre, en el que nos planteamos qué estuvimos haciendo hasta ahora y qué es lo que realmente queremos para nosotros. Incluso nuestra propia personalidad se ve comprometida y llegamos a dudar hasta de quiénes somos.
Qué hacer
Lo más importante, es que la primera persona por la que debes velar, eres tú misma y debes tener el número uno en tu lista de prioridades.
Para que el complacer a los demás no te haga daño, debes tener en cuenta los siguientes puntos:
1 Reconoce tus opciones: Si alguien te dice que hagas algo, tienes siempre la opción de aceptar, negarte o decir “tal vez”. No tienes la obligación de decir que sí, aunque eso sea lo que sientes. Si alguien te pide algo, tómate un momento y recuerda que tú eliges cómo responder.
2 Aprende a decir NO: Si siempre dices “sí” a todo, incluso cuando no quieres o cuando te causa estrés, empieza a decir “no”. Te puede resultar algo incómodo al principio y te llevará un poco de tiempo aprender a hacerlo, pero diles NO a las personas cuando no puedes hacer algo que ellas quieran. No tienes por qué inventar excusas o razones para salir de la situación, un simple “no” o “gracias” bastará.
3 Di NO en forma empática: quizás el no te resulte violento y así puede resultar, dependiendo de cómo se diga. Demuéstrale a esa persona que entiendes sus necesidades, pero sé firme al decir que no puedes ayudarla. Por ejemplo: “Sé que quieres tener ese celular, me encantaría regalarte uno, pero no me es posible hacerlo en este momento”.
4 Date tu tiempo: cuando alguien te pide algo no urgente y que puede demandar mucho trabajo o tiempo, puedes pedir un tiempo para responder. De acuerdo a tus posibilidades, podrás decir sí o no. En cambio, si esa persona necesita que le respondas “ya”, dile que no. Si le dices “sí”, estarás atrapado.
5 Establece tus prioridades, no dejes de lado lo que tú estimas más importante por complacer a otra persona.
6 Fija límites: “te ayudaré por este tiempo” o “haré esto por ti”. Siempre se debe ser específico con respecto a la manera en que se va a ayudar.
Lo más importante es que te tengas en cuenta a ti primero: valorarte y apreciarte es algo que nadie puede hacer por ti.
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